miércoles, 28 de abril de 2010

Revuelta, Visnjic y el ascenso


Con la temporada a punto de concluir, Félix Revuelta ya planea lo que será la próxima campaña. El objetivo es claro, el ascenso a la Liga Adelante, que es la forma hortera de llamar a la Segunda División. Ya se sabe, a los bancos les gusta incordiar.

Para ello, no se prevén grandes revoluciones. Algún retoque aquí, otro allá. El ‘no’ de la Sociedad Deportiva parece no trastocar un ápice los planes del empresario. De lo acertado o no de la resolución, ya hablaremos otro día.

Los mimbres básicos de la renovación ya esclarecen. El hombre fuerte del club será Josip Visnjic, que renueva como entrenador y manager general en la estructura del club. Un puesto poco común en el fútbol español y bastante más habitual en Inglaterra y otros países. Los resultados le han dado la renovación y confianza automática. Ahora ya no tendremos excusa para pronunciar ni escribir mal su nombre. Lo que fue una relación de amor-odio con los aficionados, tiene visos de acabar en matrimonio feliz. Por mucho que el equipo tardase en encontrar la fórmula del éxito. El míster tocó demasiadas teclas en el once hasta que aquello termino por funcionar. Aunque ese retardo a poco consume la paciencia del público. El serbio fue cambiando desde el juego interior, a la apertura por bandas, del trivote por el doble pivote, de un único killer a pareja de delanteros… El paso de las jornadas, la jugosa suma de puntos y la tabla clasificatoria han acabado por darle la razón (entrar finalmente en la Copa sería la guinda).

Su fútbol no es vistoso ni atractivo. No posee don de gentes y ni siquiera parece pronunciar bien el castellano, pero merece otra oportunidad. Ahora dispondrá de más de un año por delante para planear una buena plantilla y conseguir el sueño del empresario riojano, el ascenso.

Revuelta no escatimará en esfuerzos. Sabe que este es el año clave e intentará dar el golpe definitivo. Él en general y su esfuerzo económico en particular, también merecen una oportunidad. Un ‘todos a una’. Puede que algunos hayamos desconfiado hasta ahora. Quizá por eso de ser empresario, rico y sonriente. Por traer un plan sensato a una tierra donde vivíamos del engaño y de los sueños. Nuestra reacción ante tanta buena idea no era la admiración, si no la sospecha. Los golpes de los últimos años nos hacen pensar así. Es lógico. Las imágenes idílicas nos hacen desconfiar. Nos inquietan, supongo que esto que nos ocurre va en la misma línea por la que nos alivia pensar que las rubias son tontas, los eruditos aburridos y los ricos infelices, como si existiera una ley universal que reparte los encantos. Pero la realidad dice que Félix tiene unos cuantos. Y habrá que aprovecharlos.