El día que se acabaron las siestas

Esta tarde ha sido otra tarde de gloria para el deporte español. Nuestro tímido Carlos Sastre se ha merendado literalmente al resto de sus rivales directos haciendo un ataque impresionante y despiedado a los pies del mágico, imponente e histórico Alpe d'Huez.

Era la táctica que todo seguidor de esta edición tenía en mente, pero en realidad niguno pensabamos que iba a salir así. Pero Carlos tiene estas cosas, a los 33 años ha creado una batalla sin cuartel donde usando sus armas (corazón, humildad , trabajo e ilusión) unido a sus capacidades escalatorias ha logrado la victoria de etapa, y enfundarse por primera vez en su vida el maillot jaune. Recompensa merecida a toda una carrera de derroche y dedicación, donde casi siempre ha tenido que servir a otros líderes ( veáse Ivan Basso).

Quizá esta edición no la gane, ya que el temeroso Evans está a tiro (tan sólo a 1´24) pero este momento es para saborearlo. Se han perdido muchas opciones de coronarse en París gracias a sus "compañeros" de equipo, el pequeño de los Schleck no sólo no le ayudó en su ataque a 13 kilometros de meta, sino que se quedo con su hermano e intentó tirar del grupo de favoritos para neutralizar a nuestro corredor. Más enervado ando con la actitud de Riss (director de CSC), que en ningún momento supo leer la etapa y moderar la situación. Este error puede costarle la victoria final de la ronda gala. Aunque confío plenamente en la motivación de Carlos, que sepa y pueda administrar la pequeña renta que tiene en estos últimos cuatro días tan emocionantes que restan.

Lo que si queda claro en una tarde como la de hoy, es que la magia del ciclismo sigue viva, a pesar de los falsos y tramposos que intentan hacer de esto una carrera científica en vez de un deporte. Pero el ciclismo actual, con estos escándalos (me duele por el Triki) lo asemejaría a esa novia que te hechas digamos que...un poco "golfa", y tú sigues en tu grado de ensimismamiento. Le quieres igual. Quizá la insultes, pero al momento estas marcando de nuevo su número. (Igual con nuestro Club Deportivo y los sinsabores que nos da de vez en cuando en lo extradeportivo).

Le adoras por razones extrañas y profundas, que pueden estar conectadas con complejos ocultos o directamente con la infancia, que es donde se conecta todo. Ahí empezó mi amor por este deporte, cuando mi padre me regaló un kit del Kelme Costa Blanca (botellín incluido) y me hizo sentir un auténtico friki (por esos tiempos ni siquiera estaba de moda esta palabra). Fue un amor a primera vista, que con los años fue madurando y fortaleziéndose como el buen vino. Así que cuando llega cada julio, me entrego . Y cuando los corredores me engañan, me entrego mucho más.

Por favor Carlos, culmínalo!